El 16 de septiembre por la mañana se comenzó a vivir uno de los hechos policiales que conmocionó a la ciudad de Villa Ramallo y a todo un país.
Tres delincuentes ingresaron a la Sucursal del Banco Nación tomando como rehenes a un empleado de la empresa de correos Oca, Fernando Vílchez, quien venía a traer documentación al Banco, y con posterioridad hicieron lo propio con Diego Serra, empleado de la empresa Cablevisión y cuya oficina se encontraba frente a una puerta lateral que tiene el edificio por calle Sarmiento.
Esto último fue observado por una compañera de trabajo de Serra, quien de manera inmediata dio aviso a la Comisaría Segunda de la localidad. Ahí, en ese preciso momento, se comenzó a pergeñar una de las historias policiales más resonantes de la historia argentina.
Dentro del Banco ya estaban el Gerente, Carlos Chávez y su esposa Flora Lacave; el tesorero del Banco, Carlos Santillán; un empleado de la entidad, Ricardo Pasquali y los antes mencionados.
En ese momento se comenzó a vivir el principio de una historia que terminó en tragedia.
Durante todo ese día jueves y la madrugada del viernes, la policía y la justicia negoció la entrega de los tres delincuentes.
Las horas pasaban, la adrenalina crecía, la impaciencia ya era insoportable en todos los protagonistas de esta historia, y los ladrones comenzaron a dejar salir del edificio a los rehenes. Serra, Vílchez y Pascuali fueron quienes salieron corriendo por calle Sarmiento y asistido por efectivos policiales.
El banco estaba rodeado por efectivos policiales de diferentes fuerzas, que estaban esperando la orden de ingresar al edificio.
Pasadas las 3,50 de la madrugada el VW Polo fe color verde que pertenecía Carlos Chávez salió marcha atrás del garaje y emprendió una veloz corrida por calle Sarmiento. Cuando estaba cruzando la avenida San martín se escuchó el primer disparo y a partir de ese momento llegó la catarata de tiros. Decenas de detonaciones de personas que tiraban a diestra y siniestra sin saber quiénes estaban en el auto.
Los disparos a mansalva terminaron con la vida de Chávez, aún con un pan de trotyl colgando del cuello, Santillán y Javier Hernández, uno de los ladrones. Flora Lacave salvó su vida de milagro pues dos disparos impactaron en su apoya cabeza cuando se recostó para abrazarse a su marido y despedirse de él.
Martínez y Saldaña sobrevivieron, pero éste apareció ahorcado ocho horas después en la comisaría de Villa Ramallo, con trozos del cotín del colchón alrededor del cuello y cuya muerte aún no quedó muy clara.
Con el tiempo la investigación dictaminó que estos tres delincuentes eran solo un eslabón de una cadena delictiva compuesta por civiles e integrantes de las fuerzas policiales.
Muchos de ellos fueron identificados y llevados a juicio.